No os paréis ante mi tumba para llorar,
porque aquí no me vais a encontrar.
Soy la fuerza del viento al soplar
y la luz blanca al nevar.
Soy el sol sobre el maduro trigal,
soy la lluvia suave y otoñal.
No os paréis ante mi tumba para llorar,
porque ahí nunca pararé a descansar.
J.A. Labordeta
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